Por: Milton Andrés Taborda
A 15 kilómetros de Mutatá, en sentido sur, y a 45 de Chigorodó, en sentido occidente, se encuentra ubicado Villarteaga, un pequeño caserío nacido en la década del cuarenta a orillas del río León, que en la parte alta, es el río Villarteaga. Debe su nombre, según algunos pobladores, a que en tiempos de colonización antioqueña, la primera población estuvo a cargo de dos párrocos de apellidos Villa y Arteaga.
Unas cincuentas viviendas componen la población que se ha venido configurando con los años y que convive con el río. Los niños allí aprenden a nadar desde los cinco años y los ancianos van al parque a rememorar a sus días de juventud, basta con sentarse en la orilla del río y ver cómo se va el agua con la corriente, al igual que la vida con los años.
Del río, puede decirse que es acogedor, manso y corrientoso a la vez; turbio en invierno, transparente en verano y verdoso en tiempos estables. En la parte alta es profundo y arenoso, en la baja, corrientoso y con menos profundidad. El popular paseo de olla o embarcar con neumático, son las actividades que más suelen disfrutar propios y ajenos, sin embargo, nadar, brincar o jugar la “lleva” en el agua, son parte de un plan de visitantes asiduos que solo buscan refrescarse por un rato.
Para quienes buscan otras experiencias, está la posibilidad de acampar en la parte alta del río, allí no solo podrán disfrutar del agua y los paisajes sino también la pesca y la tranquilidad de la montaña.
Los invito a conocer este espacio, los invito también a vivir y conocer a Urabá. Cada espacio de esta región, por pequeño que sea, tiene algo para contar y vivir. ¡Vamos a Villarteaga, vamos a tirar baño, pero también, vamos a proteger!