Por: Juan Pablo García – Foto: Alejandro Gómez Jaramillo
EL HOMBRE:
La callosidad de sus pies cansados le impide sentir la suavidad de la arena,
Y a su vez le ayuda a ignorar lo arduo de su faena.
Todo es áspero para él; la tierra. Las plantas. El día. La noche.
Hasta su larga vida que no fue más que un derroche.
De cara al sol, solo se distingue una oscura silueta
No se sabe si es un hombre o alguna cosa mal hecha.
Podría decirse que sí lo es, pues está vestido
Lleva solo un pantalón y sin nada de estilo.
Pero es todo lo que necesita, no le hace falta algo más
Con que su hijo tenga ropa, bien servido está.
EL HOMBRE Y SU TEMOR:
Como todos, el hombre teme a la muerte.
Tiene miedo a ser olvidado y jamás recordado.
Pero aún guarda esperanza, existe una posibilidad que le da confianza.
Ese voto de fe tiene nombre y apellido, pero para él, ha sido siempre su adorado hijo
Es por eso que no se separa de él, por eso lo cuida y da de comer
Y tenerlo a su lado es su mayor placer.
Es su semilla, su cachorro, su legado. Es gracias a quien podrá ser recordado.
Siempre le desea algo mejor, espera que triunfe y tenga valor.
EL NIÑO:
Ingenuo, curioso y lleno de vida. Fiel acompañante de noche y de día
Vulnerable de pies a cabeza, siempre protegido por quien en sus pies tiene asperezas.
Sus sandalias, pantalón y camiseta, no son más que muestra de su inexperiencia.
Por ahora es débil y debe andar con cuidado
Aún falta que los años le causen estragos
Adora la playa y laborar, siendo no más que la sombra de su papá
Es lo que conoce, es lo que sabe, es su trayecto, son sus andares.
EL TIEMPO:
Un enemigo los acecha, una nueva preocupación los aqueja.
Ambos se quieren, se valoran y aprecian.
Se apoyan en todo, sobre todo en la carencia.
Pero les es inevitable no pensar, en que el tiempo no les pueda alcanzar
¿Qué haría un padre si su hijo?
¿Qué haría un hijo sin su padre?
Una cuestión que es mejor ignorar, pues la tristeza los puede asediar.
Así que por el momento, lo mejor es esperar
No preocuparse y disfrutar.
Pues no hay amor más fuerte que se pueda evocar
Que el de un padre y un hijo de la bella Urabá.