Por: Sebastian Puerta Ortiz Foto: Juan Esteban Grajales
Llevo las gallinas para el sancocho, y luego en la mula revisaré la bananera. Luego me voy para el pilón, cojo la mano, y con fuerza verdadera, convierto el puño en blanco arroz, para el alimento de la casa. Descanso un poco en mi hamaca y bebo de café una tasa. Me subo a un palo de coco y bajo tres para el arrocito, saludo al compadre que pasa y le digo que lo visito más tardecito.
Y yo sigo trabajando, esta vez desgranándo un poco de maíz. A las gallinas alimento y con mi machete corto la maleza de raíz. Llego al corral de los puercos y les hecho su alimento, busco a la vaca parida y reviso a su cría atento.
Cansado llego a mi casa y la mujer me recibe con limonada, y recuesto la silla en la pared para descansar la asoleada. El campo de mi zona, es el verde que nos cuida. El campo de mi región, es la fuente de nuestra vida.
Que viva el campesino urabaense, ese que madruga a trabajar, que viva ese que sabe para qué es la tierra y la usa para el bien sembrar.