Por: Yenlid Julieth Flórez
Ayer, 28 de agosto las calles del municipio de Turbo se inundaron de azul, verde y amarillo, colores que corresponden a una bandera que cumplió 177 años de existencia.
Con alegría vemos los años pasar de un territorio pluricultural, en donde la diversidad centra alegría e imparte sabor. Una variedad que se desplegó en un desfile, un alto sentido de pertenencia por el terruño, una conmemoración con gran cantidad de elementos nativos que identifican a cada turbeño.
En él, los pasos firmes, los rostros sonrientes y los gritos de orgullos de pequeños y grandes, eran acompañados de tambores y cantos, de bailes y trajes, de símbolos y significados, simplemente iban acompañados de lo nuestro, de lo propio, de lo tradicional y autóctono de nuestro pueblo.
Cangrejos de diferentes tamaños, logrados en distintas tonalidades de azul, el mar con tarrayas, botes y pescados, el bullerengue con variados movimientos en cuerpos de diferentes edades, fueron los tres conceptos expuestos en el recorrido, en otras palabras, las riquezas de Turbo.
Al final, la festividad no solo mostró más colores, también mostró un mensaje, bajo la frase “Un vuelo al Turbo que soñamos”, detrás del cartel iba un pequeño grupo juvenil, vestido de soldados, doctores, empresarios, enfermeras, abogadas y maestras. Es decir, en medio de exposiciones artesanales, priman los deseos que se piden tras soplar esas 177 velitas.