Por: Milton Andrés Atehortúa
No ha podio la guerra, ni la industria, ni el transporte actual desechar a la arriería. No ha podido la modernidad acabar con la tradición.
Las mulas y la arriería fueron y son tan importantes para nuestra cultura como el cóndor, el oso de anteojos o la guacamaya. Dice un artículo de la Revista Semana, publicado en 2006 que la mula está enraizada con la profunda memoria de las regiones, puesto que, durante siglos, contribuyó a la integración de aldeas y pueblos, y a desarrollar el tejido de las relaciones económicas y culturales.
Se puede arrear con caballo, burro o mula, no obstante, dicen los abuelos y quienes saben de arriería, que es mejor la mula.
La mula es un híbrido, un cruce entre burro y yegua. También está la mula roma que es un cruce entre un caballo y una yegua, esta combinación resulta muy peculiar, puesto que la mula roma tiene la fogosidad, lealtad del caballo y la terquedad de la mula.
Muchas cosas han cambiado con relación a la arriería y muchas más seguirán cambiando, sin embargo, estarán nuestros campesinos y mulas adornando las trochas.