Por: Devanny Benítez Muñetón – Foto: Bulla y Tambó
…Yo soy de Urabá, la tierra que me vio nacer. Yo soy de Urabá, la tierra del Bullerengue, tierra de hermosas mujeres. Señores, yo soy de Urabá (…)
El arte recorre su fornido cuerpo color negro desde que su memoria le permite, entre lagunas, recordar. Llegó sin permiso y sin pretextos. Arribó al mundo terrenal, al parecer, con un solo propósito: hacer Bullerengue. Amigo, hijo, compositor y líder cultural. Un hijo de Urabá como dice una de sus composiciones.
Desde que era un infante la música lograba transportarlo, alcanzaba emocionarlo y, en ocasiones, llenarlo de una nostalgia que decantaba en llanto. Los tambores y el cantar de los maestros de grupos de Bullerengue, en los actos culturales de su colegio, el 10 de Enero, hacían que su imaginación tomara rumbos impensados. Era definitivo, para eso no había nacido, aunque para la época aún no lo sabía. Entre actos y actos, como en una novela, pero culturales; entre tambó, cantaores y tamboleros, como dicen los ancestros de la tierra, Jhony Rentería Martínez o por su nombre artístico, Jhony Reuters, fue formando su alma de bullerenguero, bailarín y artista.
Entre actos, un viejo lo invitó a bailar, fue su primer acercamiento con la Casa de la Cultura de Chigorodó. Fue viernes y su cita era al día siguiente, sábado. Era un encuentro que no daba espera, estaba ansioso. Henry y Yuedin, dos amigos de ese tiempo, decidieron acompañarlo, más por esa lealtad de amigos que por interés. Ya en el lugar: sombrero en cabeza para los hombres y pollera en cintura para las mujeres. El baile comenzó, al menos para Jhony; fue un baile corto, pues por amenazas constantes el profesor que lo llevó a bailar decidió dejar la zona y desplazarse al Valle.
En el barrio de Micheal Jackson
Jhony nació y se crió en Urabá, no en Estados Unidos, aunque después conoció Europa. Tampoco creo que Michael Jackson supiera que existe Chigorodó. En el barrio donde vivió su niñez, Jhony tenía un vecino que todos los fines de semana ponía en la acera un sonido y una pantalla donde proyectaba con orgullo el repertorio que poseía del Rey del Pop. Sacaban ‘crispetas’ o palomitas y disponían sus cinco sentidos para aprender y luego replicar pasos y coreografías. En su casa o en la de otro sacaban los baldes del agua para hacer percusión y poder intentar danzar. Muchas veces esas gracias costaban ‘chancletazos’ de sus madres, pues de tanto golpe los baldes se partían. Lo que más gustaba a Jhony de visitar a su vecino era oír una frase que aún recuerda con risa nostálgica: “Vas a ser un gran artista”, y no se equivocó.
Con madurez y más edad Jhony regresa a la Casa de la Cultura, esta vez duraría para siempre, esta vez emprendería un camino que lo haría eterno. Un camino que lo convertiría en lo que hoy representa para sus amigos, sus colegas y sus alumnos; lo convertiría en un maestro.
Estudiando música colombiana y tocando guitarra, a pocos salones, se escuchaba el pisar apresurado de los danzadores. Él tocada boleros pero escuchaba Bullerengue. De la mano del maestro Pastor Pardo, Jhony aprendía melodías de cuerda que no llenaban su sed de arte y entre ejercicios volaba hacía una ventana que permitía ver a aquellos danzarines. Fue locura a primera vista, despojó guitarra y abandonó las cuerdas. Prosiguió bailando en las tablas. Escuché de algunos allegados que no era el mejor, tampoco era un bailarín sobresaliente, pero si en algo destacaba era en la manera de vivir y componer música.
Con vertiginosidad acelerada formó un grupo, todos jóvenes. Algo que extrañó y que maravilló a sus colegas, pues entre conocedores se rumorea que los jóvenes piensan que el Bullerengue es para ‘viejitos’. Como todo por acá, con las uñas y peleando, comenzó a asistir a festivales en Necoclí, Puerto Escondido y María La Baja y los galardones para un hombre que nació para triunfar no se hicieron esperar. Premios por canciones inéditas, mejores músicos, mejor interpretación y muchos más, hicieron de él un líder para admirar.
Al día de hoy Jhony pasa por una situación difícil de describir y desde un lugar de donde pronto va salir, sigue componiendo Bullerengue que nos emociona oir. Estoy seguro que si lee esto una sonrisa nostálgica dejará salir y porque como dice una de sus canciones: (…) Nadie se prepara para nuestra muerte, solamente Eulalia en sus bullerengues la tenía presente (…) y nadie está preparado para dejarlo ir.
¡Gracias Jhony, sos un guerrero!
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