“La muchacha de turbante, con tejidos de colores y la sonrisa estampada en la cara. Tan hermosos amarres hacen tu cabeza y te dejan aún más bella, a pesar de tan grande ya sea tu belleza”.
Por: Yenlid Julieth Flórez
Así como los turbantes son significativos para los árabes, los hindú y otras culturas, en Colombia y Urabá no deja de ser menos.
Para las mujeres afrocolombianas, las palenqueras y las raizales, el turbante es una pieza fundamental cuyos nudos envuelven historias, religión, jerarquía, saber y resistencia a la aculturación. Además de amarrar una forma de reafirmar la identidad.
Retorcido o amarrado, en la época de la esclavitud, los turbantes servían para esconder las rutas de escape que se tejían por medio de trenzas, característico peinado afro. Pero aquel pedazo de tela, normalmente de 70 centímetros de largo por 50 de ancho sigue atando y resaltando en Urabá aquella cultura afro, ahora una libre y que comparte con orgullo sus tradiciones y costumbres.
El turbante tiene distintas expresiones según su ubicación; inclinado hacia la parte derecha, mujer que está casada, al lado izquierdo, mujer soltera. Conserva similitud con la ubicación de la flor de bonche en la cabeza de la mujer bullerenguera, sobre la oreja izquierda, mujer comprometida, en la oreja derecha, mujer sin compromiso y en la parte atrás de la cabeza, sin compromiso y dispuesta a cualquier cosa.
Un arte, que quizás puede tener dificultad al armarlo sobre la cabeza, pero que carga una gran simbología. Su uso más que por moda, es una fuerte muestra de afinidad y aceptación de la herencia.
“La muchacha de turbante, con tejidos de colores y la sonrisa estampada en la cara. Tan hermosos amarres hacen tu cabeza y te dejan aún más bella, a pesar de tan grande ya sea tu belleza. De ti irradia una luz, que se esparce y te espesa. La fuerza que tienes es tu mayor riqueza, de su raíz ancestral, tu historia de lágrimas y magnitudes. Su turbante, niña, es majestuoso, realeza. Y tu color, negro, tu color negro es tu nobleza. Este turbante imponente, en contraste con tu piel el ébano iluminado, es una joya rara, coreando a una diosa negra” Pérol Anjos, muchacha de turbante.