La magia de Urabá radica en la combinación de pieles y a partir de allí, en los distintos aromas y sabores que se esparcen como humo por toda la región.
Lo gastronómico en esta zona se hace protagonista mayormente en Semana Santa, en el tiempo de reflexión y unión. Lo culinario en esas fechas atrae, llama a la participación, mezcla familias y revive vínculos afectivos, siendo así, la comida una muestra de afecto. ¡Sí!, en Urabá se demuestra amor por medio de la comida, ¿saben de dónde radica esta acción?
Reside en la mujer mayor de cada familia, en la que lleva arrugas en su piel y experiencias en los años, esas que guardan las recetas más deliciosas; aquellas que abren recuerdos y llenan vacíos. Esas mismas que consienten, que protegen, que saben la cura para cualquier enfermedad y a las cuales se les llama, abuelas o mamitas. Abuelas que aún construyen vínculos mediante la preparación de dulces y comidas tradicionales en nuestro terruño, puesto que en Urabá, la familia en este tiempo de reflexión se reencuentra. Día y noche comparten los siete días de esa gran semana, algunas veces se abren las mesas de juegos; el bingo y las cartas son los preferidos. Pero la mayor transformación la tiene la cocina, ya que se convierte en un espacio donde se evapora cocción, anécdotas y risas. Los chistes se cuelan entre los dulces y alegran a una desigual generación.
Atribuir dulces de acuerdo con cada abuelita no es fácil. Por eso nos dimos la tarea de caracterizar los tipos de abuelitas. ¡Conoce el ejercicio!
° Con su pues y su acentuado lenguaje, a la abuelita paisa – urabense se le atribuye la preparación del dulce de leche, de arroz, de fríjol cargamanto y de café. Es la abuelita que menos se ha seducido en la preparación gastronómica de dulces particulares de la región. Pero eso no significa que no cocine con gran amor, conduce a la unión ante sus contados dulces.
° La abuelita costeña – urabaense entre refranes y tono alegre expone sus preferencias en dulces: “Todos los dulces son fáciles de hacer y casi todos se preparan de forma igual, pero el que más me gusta preparar es el de guandú. Se coge el guandú se lava bien, se pone a hervir y después se enjuaga, nuevamente se pone en el fogón para que ablande la fruta y cuando esté, se pone a reposar, después se licua, se le echa nuez moscada, clavitos y canela, se revuelve bien hasta que se disuelva en la mezcla, luego revolviendo muy bien y con el dulce en el fogón se le agrega la leche. El dulce está cuando se mueve la olla en el fondo y no hay rastro de pegue, el truco de todo está en el revolver de los ingredientes mientras el fogón arde en llamas”, explica Saturnina Panza, una valduparense que lleva 50 años viviendo en el municipio de Turbo y que prepara con mucho amor los dulces oriundos de su tierra. Asimismo, manifiesta que prepara otros dulces como son los de mango, borojó, ñame, yuca, guayaba, coco y de corozo. En cuanto a comidas; arroz de frijolito tierno, arroz de coco con fricaché y ensalada roja.
° Abuelita chocoana – urabaense. La tez oscura también hace de su sazón un saboreo que no solo lo disfruta la familia, también todo aquel que llega a la casa de Luzdary Caraballo, una acandilera que durante Semana Santa prepara viuda de bocachico y que vincula a su plato un característico manjar turbeño, el cangrejo guisado con arroz de huevas de cangrejo, dos platos exquisitos que conmueven el paladar de propios y foráneos. Además de preparar mampá (banano y queso), dulce de plátano (chucula) y de papaya.
En tan sólo una semana se desata una tradición, una identidad gastronómica que existe gracias al cultivo en manos indígenas. Una práctica que fue adaptada por la cultura chocoana y costeña, que ha tenido transformaciones de acuerdo con la diversidad de culturas. Una costumbre que ha permanecido a través de los años y que sigue siendo compartida para el aprendizaje de las nuevas generaciones. ¡Por qué razón dejar morir aquello que nos deleita!
Las abuelitas son ese ingrediente secreto que hacen en nuestras vidas una degustación única, ellas con sus inconfundibles comidas sencillas guardan un inigualable sabor. Ellas, transformadoras de nuestros estados de ánimo, divisan qué recetas nos alientan, nos curan o nos hacen feliz. Ese amor que le ponen en cada proceso permite que sean las reinas de la gastronomía urabaense y las preferidas en nuestros corazones. ¡Disfrutemos de ellas, no solo en tiempo de semana santa!
Por: Yenlid Julieth Flórez