Por: Devanny Benitez Muñeton – Foto: Periódico SENA
Admiro tu fortaleza, tu pasión y esa firmeza. Admiro y respeto a la mujer urabaense por trabajadora, porque no tiene días ni horarios de descanso. No conoce la pereza, es sembradora de la vida, valerosa y victoriosa pues nunca se deja vencer. Irradia alegría y es fuente de sabiduría.
Tus labores cotidianas, hacendosas con tus manos, al cumplir con tu deber. Eres guerrera, luchadora. La mujer de Urabá es una prosa, es cálida y misteriosa, es un poema y verso, es la máxima expresión de belleza en el universo.
Eres bella como el sol que tímido se esconde en el horizonte del mar de Necoclí, sublime como el roció que juguetea cada mañana con la serranía de Abibe. Bella de finas manos que agasaja Urabá en cada mañana. Eres tan humana, pero más frágil, pero más fuerte.